La mayoría de las personas no reconocen la enorme importancia del olfato, hasta que lo pierden. El olor nos permite detectar sustancias que pueden ser dañinas para nuestra salud. De hecho, las personas con anosmia, que es como se denomina la pérdida del olfato, tienen grandes dificultades para detectar los alimentos en mal estado y el humo, por lo que tienen más del doble de probabilidades de verse involucradas en un incidente peligroso.
El olfato también nos permite disfrutar de la comida, por lo que la anosmia suele ir acompañada de una pérdida del gusto y disminución del apetito. Además de sus funciones prácticas, el olfato desempeña un rol esencial en la memoria. Nos ayuda a fijar nuevos recuerdos y nos permite evocar sucesos del pasado con mayor intensidad. Sin el olfato, nuestro mundo sensorial y emocional se aplana.