La siesta: una necesidad natural
La comida no es la única responsable del sueño invencible que nos invade a mediodía. La fisiología nos enseña que hay una ventana abierta al sueño entre las 13:00 y 14:00 horas.
Hay que tener cuidado de no malinterpretar la palabra siesta. No se trata de ponerse el pijama y dormir dos horas seguidas, sino de tomarse un respiro de unos minutos, que resulta muy beneficioso para proseguir nuestra actividad. Se trata de una fuente de equilibrio entre el día y la noche.
Para quienes no tengan tiempo, ni un espacio adecuado para echar la siesta, puede ser suficiente con aislarse del entorno durante unos minutos cerrando los ojos (aunque sea sentados), concentrándose en el propio cuerpo y la propia respiración durante algunos instantes. Entre quince y veinte minutos de siesta son suficientes. Si dormimos más, corremos el riesgo de entrar en un ciclo de sueño del que nos será muy difícil salir.